Hasta Rayar
Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta rayar el alba.

Nov
16

La sala estaba llena de dioses; dioses por siglos envejecidos, deteriorados, magullados, tullidos o mutilados . Ya no tenían adoradores, sólo amodorrados observadores que todavía se inclinaban (en el mejor de los casos) no por reverencia, sino para leer la letra incrustada en sus placas que indicaban asuntos tan terrenales como procedencias y cronologías.

¿Y qué decir de aquellas descocadas diosas del libertinaje de antaño? Convertidas ahora en figuras resquebrajadas con decrépitas caras y deformes bustos. Regias damas, en su día aclamadas, se hallaban hoy confinadas en austeras vitrinas de cristal con rostros contorsionados.

Al salir del museo, uno podía pensar que todas aquellas mitologías habían sucumbido, que esos dioses y diosas eran resquicios del pasado, que su tiempo había acabado. ¡Claro!, porque hoy ya no se secularizan mitos y ya no pueden señalarse a sus dignos sucesores: idolatrados mientras pasean por alfombras rojas, exaltados en los escenarios, reverenciados desde las gradas, magnetizados a través de las cámaras, seguidos a través de las redes y perseguidos para quienes las tejen. La devoción se retribuye por elogio o por imitación, en estilo o en estética.

¡Y nadie pone sobre el altar otros dioses más sagrados! : dioses esforzados que confieren títulos, dioses ambiciosos que otorgan cargos, dioses proclamados para que condesciendan a finales de mes. Tótems que tributan, o perezosos semidioses que habitan en cajas fuerte u otros más temerarios que se revisten con banda magnética para obrar milagros. Amazonas ceñidas al cuerpo y demás complementos de firmas extasiantes. O dioses impresos en tarjetas de embarque. Y multiformes dioses de diseño; dioses extraplanos aunque repletos de circuitos integrados, dioses con cilindros con acabados cromados, dioses que se encienden con mando a distancia, dioses virtuales. O dioses que se ingieren, que se beben, que se fuman, que esclavizan, que separan, que devastan, dioses demenciales… dioses que no podrían entrar en un museo.

Al parecer aquellos dioses de nombres exóticos que me encontré expuestos en aquel museo habían sido honrados por mentalidades supersticiosas. ¿Qué mentalidad va en pos de los actuales para apartarnos del que algún día será el único Dios y único será su nombre ( Zac 14:9b )?

Abr
05

Si pudiera volver a llorar, arrojar el pesado botín de todo lo que perdí sin batallar. Reconocer la mirada de odio de quien me enfrentaba en el espejo. No había nadie ni razón para sonrisas forzadas. No era hora de antifaces ni de respuestas corrientes.

Si pudiera ignorar el filete y ser como el perro que lamía las migajas caídas de la mesa solo por estar a sus pies.

Pero no estaba ahí. Salí en su búsqueda y no apareció. Sí que lo hizo el sueño, el cual se llevó todo cuanto ansiaba dejándome otro disfraz deslucido, un par de titulares y unas galletas digestivas.

Si pudiera amar desaprensivamente, genuinamente, irracionalmente…

May
12

La conciencia se nutre en las profundidades y uno trata a toda costa de emerger a la superficie.

Te mantienes a flote hasta que el sueño te hizo caer tan hondo que la luz no llegó para la fotosíntesis.

La instantánea de la bendición rebelada te mostró que los deseos de morder eran mayores que los de un tiburón cuando huele sangre.

El reflejo del continuo cristal que te encerraba reveló tu propio rostro sin luz en los ojos.

Sin fuerzas ni voluntad fuiste llevado por una aplastante corriente marina de desesperante vorágine y al fin, y solo al fin, fuiste repelido por pura misericordia.

Un leve movimiento de cabeza y un profundo impacto para la mente.

Feb
14

«Moment of Surrender es la mejor canción de U2 que he escrito y también en la que yo jamás haya trabajado» afirmaría un exultante Brian Eno.

No me resultó sencillo permanecer impasible al oírlo de uno de los productores de las canciones que más me han fascinado durante años. De poco me servía que anunciase que contendría más de siete minutos épicos en una atmósfera envolvente con el espíritu de One cuando ya suspiraba por ella.

U2 lanzará su nuevo álbum (No Line On The Horizon) en Marzo, con demora de unos meses y después de haber pasado cuatro años desde su último trabajo. Un tiempo que algunos lo hemos tenido por tardanza, pero como Bono dijo: «nadie espera un nuevo álbum de U2 a menos que sea nuestro mejor álbum».

Con exceso de secreción de flujo salivar también aclarar que alguna canción ya ha sido oficialmente emitida, otras fraudulentamente… ¿debería yo tener algún momento de rendición para conocer al menos la letra de la canción más ansiada?

No importaría si tuviéramos la edad de la inocencia, pero en el jardín de nuestra inconciencia el fuego nos dejó señales que no permanecíamos allí.

Y alejados del Paraíso de Dios: ¿de qué servía que siguiese creyendo en el amor si el Amor no creía en mí?

Pero todo cambió en aquel momento de rendición, cuando doblé mis rodillas y dejé de percibir a otros que transitaban, tampoco ellos se fijaron en mí.

Después de estar en el altar de la estrella oscura de cada agujero negro, mi cuerpo es ahora un cuenco de limosnas que mendiga en recuperar todo aquello inmaterial que anhelo que había perdido.

Cuando en el cajero automático me golpeaba el rostro mi cara reflejada mientras tecleaba números.

Cuando iba en metro por la llamada «vía dolorosa» y cada uno buscaba su propio camino mientras iban descontando hasta que el dolor parase.

Un momento de rendición me permitió tener renovada visión, ¿de qué servía que siguiese creyendo en el amor si el Amor no creía en mí?

(Paráfrasis libre, y por supuesto, no autorizada 😉

Ene
18

Kansas, 2005. Un universitario de físicas, al parecer excitado ante el auge de las teorías del Diseño Inteligente en EEUU, concibió su dios particular: el monstruo espagueti volador le llamó, también conocido por su acrónimo: MEV. (Flying Spaghetti Monster: FSM). A ese elevado ser de sutileza pastosa al que acompañaban dos albóndigas bien puestas (ordinariez… gastronómica), le pretendió conferir unos dogmas (de salsa picante, quisiera), la cuál no vale la pena degustar, pues tienen más rolliza ironía que sus albóndigas: ya que es un dios engendrado -quiero decir, dibujado- sólo con el fin de parodiar (en el mejor de los casos) a los que creen en un ser supremo .

Ese dios podría haber sucumbido en los bocetos de la carta expelida por aquel físico tras su borrachera alucinógena -que no sueño- de una noche de verano. Pero no lo hizo. Y lo que comenzó como una de esas bullas soeces con supuesta jerga teológica (hay muchas otras, ver por ejemplo “besando el culo de Hank”), acabó siendo una de las pullas de Internet que hoy más corren.

Pronto, a través de las redes sociales y blogs, el espagueti empezó a ser meneado, volando a unas alturas proporcionales a la gracia de sus adeptos: solo hay que googlear ‘espagueti volador’ u otras acepciones para darse cuenta lo mucho que ha sido alzado. Tanto, que hoy tiene una religión, a saber, el pastafarismo, iglesia y demás analogías que tales gracias desbordantes puedan conformar (cada una a su tiempo).

Sus fieles cuentan con juegos, videos, camisetas, posters y todo un repertorio de instrucciones para montarse (literalmente) su monstruo calenturiento. No son unos frikies, les une una causa común: ridiculizar a quienes difieren de sus conclusiones inconclusas (menos mal que no son creencias).

No se trata de aborrecer los espaguetis o las albóndigas, que más quisieran, por lo que no debes preguntarte si fue sacrificado a los ídolos (el que lee, entienda).

De lo que se trata es de entender que la nueva tolerancia de crítica intelectual cada vez viene menos disfrazada. Los tiempos de los comentarios jocosos y de risitas en los pasillos son sustituidos por burdas memeces y carcajadas astrigentes. ¿Por qué? por una sencilla razón: hay quien no puede tolerar que nuestro Dios esté revestido de gracia, de la de verdad.

Uno es tentado a decirles: PROBABLEMENTE DIOS NO EXISTE. DEJA DE PREOCUPARTE Y DISFRUTA LA VIDA» pero algo parece indicar que Satanás probablemente existe.

Pero quiero que seáis sabios para el bien e ingenuos para el mal.Y el Dios de paz aplastará muy pronto a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.(Rom 16:19b-20)

Sep
08

¿Tiempos de crisis? Superados tramperos tiempos de contemplaciones desoladoras con gafas de sol (Crisis? What crisis?. Supertramp. 1975), los nuestros han progresado hasta el trance y continuado. Ilusionismos caducos han dado paso a eufemismos gobernantes: desaceleración, reajuste, y quizás, enfriamiento son difundidos tras el forro de una holgada americana que oferta todo el abanico de filtros en cristales gamados: Escoge el color y mira a tu alrededor aunque adviertas que este mundo es traidor.

¡Descárgate la versión más actualizada anti-crisis!: económica, energética, alimentaria, financiera (crediticia-hipotecaria, de liquidez…) antes que sea infectado tu sistema.

Con la nueva release tu realidad virtual te permitirá desde apaisar raquíticas vacas hasta reverdecer mustias espigas. Vive tu propia aventura gráfica recluyendo a tu agraciado mayordomo en un faraónico site para que juegue a cartas con el copero más afamado y el panadero más chusquero mientras duda si debería echárselas: ¿qué fue del interpretador de sueños?

Pon atención a visionarios economistas (reputados a la sazón) que trazan el futuro -aunque sea porcentual- de carácter vacilante según la oscilación de un barril sin sujeción. O toma partido por los sátrapas de turno -o pretendientes ambulantes- subidos al estrado porque el fundamento de la construcción se encuentra anegado. Todavía esgrimen su varita hacia la chistera importada mientras sus analistas indagan en su interior la aparición de la coyuntura apropiada: “el conejo de la suerte al fin saldrá y las zanahorias se comerá”.

Ten confianza, cada agente colocará su granito de ingrediente de la receta secreta, el horno central de los quince calentará al interés pertinente y el producto interior de más de ocho subirá como el bizcocho. Mientras tanto abstente de tu porción, aunque lo aludas en tu café con cansina indolencia acabarás recurriendo al tópico de la película repuesta: el asesino es el mayordomo.

¿Es sospechoso el mayordomo de acometer el consumo y la inversión? Hay cierta historia en la Biblia de un mayordomo que se pasó en su consumición e invirtió sin pudor. No es la historia de José, el mayordomo fiel, sino la de Pepe, la tuya, la mía o la del europeo de a pie.

El mayordomo infiel (Lc 16:1-13) es una de las parábolas más desconcertantes de Jesús, en las que nos presenta a un mayordomo acusado de derrochador de los bienes de su señor, por lo cual éste le quita del cargo. Preocupado el mayordomo por su futuro, no se ve capacitado para otros trabajos y es demasiado orgulloso para pedir ayuda. Por fin, idea un plan, y, reuniéndose con los deudores de su señor, les condona parte de sus deudas.

Si asombrosa es la desfachatez del mayordomo, mayor asombro viene cuando el señor elogia la astucia de su generoso malversador con la perturbadora declaración que los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. Y luz también necesitamos para entender lo que Jesús añadió: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando estas falten, os reciban en las moradas eternas. ¿Tienes algo que no es tuyo y que puedas invertir?: puedes meditarlo, hasta un mayordomo pudo hacerlo.

Si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Si un mal reconocen todos se llama especulación porque riquezas legales aunque injustas suenan a provocación. Pero nuestra burbuja inmobiliaria ha sido un juego infantil de enjabonar y soplar comparado con la manipulación del crudo, el cual se compra diariamente en cantidades seis veces por encima de lo que se consume mundialmente. Así la bolsa poco interesa, pero sí son los futuros en oro y metales, que sí que pesan. Y si hay algo que parece intolerable es que se especule con productos de necesidad básica (como trigo o maíz) y que imperen las leyes del mercado antes que el hambre declarado.

Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? Si un bien reconocen muchos se llama consumo. Aunque no sepas que bien reporta tratar de comprar aquello que no necesitas con el dinero que no tienes, yo te lo explico: porque tú lo vales.

Ningún siervo puede servir a dos señores…No podéis servir a Dios y a las riquezas. Si tu señor son las riquezas, éste te podrá nombrar consumidor. Idea todo tipo de trepas y mejor sé buen emprendedor. Si a Dios sirves con todo, sea mucho o sea poco, tu galardón será el hazmerreír de todos.

Jesús, en su función de asesor, te advierte que en esta inversión no hagas diversificación (no estudió economía): Una de dos, o juegas las cartas y confías en tu suerte, o pasas del gamado cristal y porfías de la suerte que dicen poseer afamados y chusqueros. Porque él lo vale. Eso sí, ante una crisis de tomo y lomo, te mitigará de la psicosis que tiene todo mayordomo.

Jun
21

Me construí un muro con las piedras esparcidas por doquier, estableciendo los límites de mi propio santuario, pero todavía oía voces que osaban entrar en mi tabernáculo. Palabras que resonaron en mis pabellones pero que las paredes de mi mente no dejaron traspasar, y así, me dormí.

Y soñé que era de noche y estaba bajo una fuerte lluvia pero no me daba cuenta de mi precariedad hasta que un viento recio echó abajo mi fortaleza. Calado por el frío hasta los huesos, abandoné aquellas piedras derruidas y caminé sin rumbo, en un creciente caos, tropezándome en mi camino con otros empapados peregrinos de-ambulantes.

Mientras maldecía aquella noche, oí una voz que decía:

-“Abrid los ojos, la mañana ha llegado: la luz ha vencido a la oscuridad y la tempestad ha sido llevada con ella; tened fe, el calor del sol os protegerá del frío”.

¿Abrir los ojos? –pensé- con lo molesto que resulta hacerlo ante un viento y agua enfurecidos. Así que, helado y muerto de cansancio, tan solo deseé encontrar el escondrijo de lo que quedaba de mi particular muro de los lamentos para introducirme entre sus piedras como un gusano.

Todavía desde mi lejanía, escuché aquella voz persistiendo en que abriéramos los ojos. Decidí que ya no podía tolerar más sarcasmo en medio de aquella noche aciaga, y decidí matar mi tiempo enmudeciendo aquella voz.

Al fin, el viento cesó y la lluvia se calmó, fue entonces cuando percibí que me había quedado solo en medio de una noche inusualmente larga. La noche en la que lancé piedras al amanecer. La noche que no abrí los ojos por no retar a la oscuridad, cuando solo se me instaba a despertar.

Si hubo un tiempo de esparcir piedras, debía haberlo para juntarlas, así que me construí un muro con aquellas piedras esparcidas por doquier, estableciendo los límites de mi propio santuario…

Lc 24:1 Jesús salió del Templo y, cuando ya se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del Templo. 2Respondiendo él, les dijo:

—¿Veis todo esto? De cierto os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada

Mt 21:18Los judíos respondieron y le dijeron: —Ya que haces esto, ¿qué señal nos muestras?

19Respondió Jesús y les dijo:—Destruid este templo y en tres días lo levantaré.

20Entonces los judíos dijeron: —En cuarenta y seis años fue edificado este Templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?21Pero él hablaba del templo de su cuerpo.

1Co3:16¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios está en vosotros? 17Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

El nombre hebreo utilizado en las Escrituras para Templo es Beit HaMikdash que quiere decir «Casa Santa». También es utilizado Beit Adonai que significa “Casa de Dios” o simplemente Beiti (Mi casa) o Beitechah (Tu Casa). En hebreo, solo un lugar en la Tierra respondía a la designación de “Casa Santa” y no era otro que el Templo en Jerusalén.

El Templo en Jerusalén fue un lugar de adoración de admirable arquitectura que edificó Salomón hace unos 3000 años. La gloria de aquel primer templo es ya legendaria, pero después que Israel se dividiera entre el reino del norte y del sur, ya había iniciado su declive. La secesión del norte, presa de la idolatría y envidia, cayó precipitadamente conquistada por una hueste visible: el imperio asirio. Pero Judá y el templo lograron resistir bajo una sucesión de insuficientes leales reyes y sobresalientes déspotas sin leyes.

Al fin, en el siglo VI aC, Nabucodonosor II rey de Babilonia, capturó Jerusalén y el templo fue destruido. Tiempos de calamidad para el pueblo judío que sufrieron además la deportación. El imperio babilónico fue sucedido por el imperio medo-persa, pero contra todo pronóstico, 70 años después, el rey Ciro autorizó el retorno del exilio y la reedificación del templo. Sin embargo, el fulgor del regreso fue efímero, pues no tardó mucho en verse ensombrecido por las dificultades y el desánimo, tanto, que la reedificación fue suspendida. El rey Darío ratificaría el edicto de Ciro, y bajo la dirección de Zorobabel, el templo quedó restaurado. Aquel segundo templo nunca llegó a gozar del anterior esplendor y aunque Esdras y Nehemías condujeran a un prometedor albor, el templo trasladó a ambos pueblos a los solsticios tropicales fraternos.

No es de extrañar que los siguientes cielos amanecieran cambiantes. Persas, griegos y egipcios tomaban y perdían Jerusalén según la baza que jugaban. Pero quien perdió hasta la decencia fue el seléucida Antíoco IV Epífanes, al cumplirse con él la desolación del templo cuando erigió un nuevo altar sobre el legítimo para dedicárselo a Zeus, el dios del Olimpo, sacrificando en él animales inmundos. Tal abominación derivó en agitados tiempos de luchas y revueltas, el de los macabeos, hasta que lograron restaurar el reinado en Israel bajo la estirpe de los asmoneos. La alegría de la rededicación del Templo derivó en la Fiesta de las Luces o Hanukkah, pero las disputas e intrigas de la entredicha nobleza dinástica dejó un reinado enclenque y un templo que pasaría con mayor pena que con gloria.

Mientras tanto, el imperio romano asomaba. Oportunidad para saludarlo la aprovechó más tarde Herodes el Grande pues sus astucias le valieron un reino: el de Judea. De la mano de Julio César obtuvo la condición de procurador, y de la mano de Marco Antonio fue proclamado rey. Hábil y neurótico, Herodes acometió muchas empresas, pero sobretodo es conocido (al margen del infanticidio) por reconstruir y expandir el templo, en parte para controlar a los judíos pero sobretodo debido a su megalomanía. Al parecer, a Herodes el Grande, el antiguo templo se le quedaba pequeño, y su trillado y exiguo reino de Judea sufragó uno de los mayores proyectos de la historia antigua.

Ciertamente, en tiempos de Jesús, los judíos se sentían orgullosos de aquellos edificios, hasta que, en el año 70, las curtidas legiones romanas comandadas por el general Tito, asediaron y destruyeron Jerusalén junto con las piedras que sustentaban su orgullo.

Habían pasado 40 años desde que el que fuera ajusticiado en Jerusalén dijera «con el juicio con que juzgáis seréis juzgados» (Mt 7:2a) Pero los judíos -para entonces- de soberbia ya estaban embriagados y de vanidad desmedida era su pan de cada día. Provocaron insensatamente a los romanos mientras luchas de poder internas salpicaban el altar. Los romanos rodearon la ciudad, y los zelotes, una especie de bandoleros presuntamente celosos de Dios, se abatían entre ellos a causa de sus propios recelos. Y solo una vez la arrogancia superó a la ignorancia de lo dicho por Jesús: Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado”.

Tito ofreció tratos de rendición con la ciudad sitiada, pero solo obtuvo un intento de ser capturado bajo un ataque sorpresa, una trampa. Después de otros fracasos y escaramuzas la paciencia se consumó… junto con la ciudad y la destrucción total rebasó el dramatismo absoluto: aquella entrada infernal fue la antitesis de la que había sido la entrada triunfal de Jesús, quien contemplaría la ciudad a través del tiempo, llorando por ella y diciendo: Si también tú conocieras, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Pero ahora está encubierto a tus ojos. 43Vendrán días sobre ti cuando tus enemigos te rodearán con cerca, te sitiarán y por todas partes te estrecharán; 44te derribarán a tierra y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”(Lc 19:41-44).

Y ante el ataque romano, multitudes se refugiaron en el Templo, los legionarios pasaron literalmente por encima de los cadáveres sacerdotales y realizaron el último sacrificio conocido: el Templo fue incendiado y el combustible de miles prendieron el gran Holocausto que arrasó el celo más refinado. La profecía de Jesús acerca del Templo se cumplía doblemente, aquella que a la postre se había argüido como principal acusación en su juicio ante Pilato: y es que, por ser profeta había muerto en Jerusalén(Lc 33b), y por ello, prosiguió su camino hasta la ciudad. Pero al parecer, aunque de otra calaña, todos en Jerusalén eran padres de profetas, porque cuando Pilato se lavó las manos delante del pueblo diciendo Inocente soy yo de la sangre de este justo. Allá vosotros.” Respondió todo el pueblo, diciendo: “Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos”(Mt 27:25).

El general Tito nunca llegó a entender tanta obstinación y dejó manifiesto que nunca pretendió devastar el Templo. El historiador Josefo mencionaría que más de un millón de judíos perecieron, y que casi 100.000, fueron llevados cautivos como esclavos. Tito -que más tarde llegaría a ser emperador- a su regreso, renunció a la corona de victoria diciendo “No hay merito en vencer a quienes han sido abandonados por su propio Dios”.

Desde entonces la Casa quedó desierta. Tiempo después el Emperador Adriano bautizó Jerusalén con un nombre ridículo-latino: Aelia Capitolina mientras que Judea fue suprimida para llamarle Palestina. Adriano llenó la ciudad de fríos dioses, y como ironía del destino plantaría a la diosa del amor: Venus, o en su versión griega, Afrodita, en la ciudad que más lo había rehusado. Y en las ruinas del Segundo Templo uno pagano quiso levantarse para dedicárselo a Júpiter, patrón de todo culto romano, regidor de la ley y el orden.

Sin ley ni orden los judíos fueron retornando, pero la paz jamás lo hizo: persas, bizantinos y árabes siguieron sumando puntos a la ciudad más descatalogada. Así, en el S.VII, en el lugar del monte del templo, hoy la explanada de las mezquitas, el califa Abd al-Malik alzó un imponente edificio que todavía intimida: la Cúpula de la Roca. Guardián de la roca pretendida por Mahoma para ascender a los cielos.

Y a tan cotizado premio aún se apuntarían más de media docena de pueblos, hoy olvidados, que desenmascaran aquel pasado expropiado. Pero el acto más inapropiado lo desempeñaron los cruzados de turno al teñir otra vez de sangre la capital defenestrada: ya que no hubo judío ni griego (y hay que añadir sarraceno), esclavo ni libre, hombre ni mujer que no fuera asesinado de forma despiadada, los cuales dibujaban ya la ciudad más variopinta. Cruces, como las del gólgota, aunque cosidas en prendas blancas mancilladas de carmesí, repoblaron Jerusalén y el pretendido Reino de los Cielos era instaurado, aunque reyes, como Balduino, se contagiaban de carnales lepras. Pero fue Saladino, el Sultán, quien acabó por templar a los Templarios y hospitalizar a los Hospitalarios.

¿Qué tenía Jerusalén que hacía saltar reyes desde islas verdes y lejanas como Inglaterra a tierras desoladas como Palestina? Ricardo Corazón de León, casi perdió su preciado reinado, mientras malograba su asalto a la Ciudad Eterna disputada ¿Qué tenía Jerusalén que ya evocaba todo tipo de emociones, aspiraciones y fervores de todo el mundo civilizado?

Podríamos resumir, que en los últimos 1000 años, otros reinos sojuzgaron Jerusalén: mamelucos y otros califatos menos simplones, pero sobretodo los turco-otomanos que gobernaron por muchos años medio-abriendo las puertas reparadas a judíos errantes y tapiando la puerta dorada del todavía esperado Mesías. Muchos sefarditas, judíos expulsados de una España católica ingente y cristiano carente, llegaron en esa época.

Pero no fue hasta el S.XIX que el legado de Ricardo -el ejército británico- más con cabeza que con corazón, pudo domar al león. Se iniciaba la Era Moderna y se abría la caja de Pandora por la que empezaban a retornar paulatinamente judíos por siglos en la diáspora.

Judíos, de todas las partes del mundo, sintiéndose atraídos por una ciudad que ni remotamente conocían, pero por la cual sentían un apego inexplicable, en cuya dirección apuntaban sus oraciones tres veces al día, conmemorando con ayuno la destrucción de los dos Templos y perpetuando en la Pascua y en el Día de la Expiación (o Yom Kippur) un saludo con el que se despedían que rezaba: «el próximo año nos vemos en Jerusalén si Dios quiere».

El tiempo se acercaba y el sionismo moderno, fundado por Theodor Herzl, producía Aliyah’s: oleadas de inmigraciones desde todos los países bañados con mares de esperanza. Pero una cosa era volver y otra que la tierra fuera devuelta ¿por qué cuándo podrían exclamar Eretz Israel (Tierra de Israel)? ¿dónde estaba escrito que al pueblo dispersado durante siglos ocultos verían habitadas de nuevo sus ciudades, y las ruinas reedificadas? En Ezequiel se leía (Ez 36:34-35 La tierra asolada será labrada, después de haber permanecido asolada ante los ojos de todos los que pasaban. Y dirán: ‘Esta tierra desolada se ha convertido en un huerto de Edén, y estas ciudades arruinadas, desoladas y destruidas, están fortificadas y habitadas’.)

Sin parangón en la historia, en 1947 ocurría el milagro: una parvularia ONU aprobaba la resolución más conflictiva de su agitada vida, la 181, en la que determinaba un plan de partición de la tierra por siglos asediada, declarando Jerusalén como ciudad bajo control internacional. Hay quien asegura, que sin el Holocausto de por medio, nunca hubiera ocurrido, a lo que se podría aducir que no hay profeta en su propia tierra. Al año siguiente, el mandato británico expiraba y el Primer Ministro israelí, David Ben-Gurion, -el primero de verdad- declaraba el anhelado Estado de Israel.

Solo un día después, el pueblo de fatigas sin descanso volvía a jadear pues la Legión Árabe exhalaba disturbios en Jerusalén y su zona mayor tasada quedaba bloqueada bajo control jordano. No sería hasta la guerra de los 6 días, en 1967, que una coalición árabe atacaba a Israel, y cuyo épico contraataque fascinaría al mundo corresponsal. Al sexto día, la quincuagésima quinta brigada paracaidista de la Fuerza Área Israelí ganaba una dura batalla contra un regimiento atrincherado, y botas militares, y no sandalias, pisaban de nuevo lugar “santo”. Jerusalén Oriental fue anexada de facto y el talismán cambiaba de bando.

Otras guerras comenzarían, como la del 73, la del Yom Kippur, que pese a vencer no expiaba a Jerusalén. En 1980, el Knesset (el parlamento israelí) aprobaba la «Ley de Jerusalén» que declaraba la ciudad como «la completa y unida capital de Israel». Ello provocó tal revuelo en la comunidad internacional que la ONU adoptó la resolución 478, la cual reprendía a esa ley y la proclamaba «nula y sin efecto» instando a todos los estados a retirar sus embajadas de Jerusalén. La mayoría, las ha establecido en Tel Aviv y desde el año 2006 no hay ninguna nación que mantenga su embajada en Jerusalén.

Todavía resuenan las palabras de Ben Gurión diciendo: «El Estado de Israel tiene, y tendrá, solo una capital, la Eterna Jerusalén. Así fue hace 3000 años y así será, como creemos, por la eternidad” Israel ya ha declarado su capital pero el resto del mundo continúa negándosela.

En el discurso del Primer Ministro Yitzhak Rabin, en la conmemoración de los 3000 años de Jerusalén, pronunció estas palabras:

Tres mil años de historia pesan sobre nosotros hoy, aquí, en la ciudad por cuyas calles marcharon las falanges griegas, cuyo pavimento fue hollado por las legiones romanas que construyeron catapultas para abrir sus murallas, cuyos habitantes fueron vencidos por los cruzados, donde la caballería turca galopó por las calles y donde los oficiales británicos miraron con atención desde sus fuertes.

Tres mil años de historia pesan sobre nosotros hoy, en la ciudad en la que las bendiciones de los sacerdotes judíos se mezclan con las de los imanes y las campanas de las iglesias cristianas; donde, en cada callejón y en cada casa de piedra se escucharon las exhortaciones de los profetas; la ciudad cuyas torres vieron el surgir de las naciones y su caída, pero Jerusalén perdura para siempre.

Tres mil años de historia pesan sobre nosotros hoy, como los sueños que cubren los hisopos que crecen en las grietas del Muro Occidental y las tumbas silenciosas del Monte de los Olivos y el Monte Herzl; el susurro de los pasos de los peregrinos y el estruendo de las botas con clavos de los despiadados conquistadores; estas paredes resuenan con las risas de los niños y los rezos de quienes oran; donde el regocijo de la victoria se confundió con las lágrimas de los paracaidistas ante los vestigios del Templo, liberado del yugo extranjero.

Tres mil años de sueños y plegarias envuelven hoy a Jerusalén con amor y unen a los judíos de todas las generaciones —desde las hogueras de la Inquisición hasta los hornos de Auschwitz— y desde todos los rincones de la tierra, de Yemen a Polonia.

Jerusalén unida es el corazón del pueblo judío y la capital del Estado de Israel. La Jerusalén unificada es nuestra. ¡Jerusalén por siempre!

Yitzhak Rabin, oriundo de Jerusalén y el primer mandatario nacido en Israel, justo dos meses después de este discurso, moría víctima por un atentado del radicalismo judío.

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, pero no quisiste.

Éste fue un lamento que no se lo llevó el viento. Todavía estas palabras son intuidas como un silbido admonitorio de una sonoridad casi pegadiza. Pero su significado, no se nos pueden escapar en el eco de su lejanía.

o ¿Se tratan estas palabras solo de la constatación del rechazo histórico del pueblo de Dios hacia el Fuerte de Israel?

o ¿pretenden meramente evocar una bella alegoría a la naturaleza tierna y protectora de Dios?

o ¿permiten solamente entrever su sufriente perseverancia a pesar de lo recalcitrantes que llegan a ser sus díscolas criaturas?

o ¿son la antesala de su juicio profético?

Hasta donde puedo recordar estas palabras siempre me atrajeron. Hasta donde me llega el conocimiento, puedo reconocer que cuanto más ahondo en ellas, rebasan las murallas de Jerusalén, traspasan propias corazas, penetrando hasta partir alma y espíritu, coyunturas y tuétanos.

Beit HaMikdash o “Casa Santa” no es la que corrompieron dioses paganos ni la que envileció occidente. No es la que fuera habitada por Zeus ni la que pretendiera Júpiter. Tampoco es la que danzó en sus inmediaciones la sensual Afrodita. Ni siquiera es la casa bañada en oro que aloja hasta el día de hoy la piedra más preciada.

¿Es qué ha sido desalojado Adonai, el Señor del Lugar Santo, del Templo del Dios Viviente? Si queréis una respuesta no miréis a la Ciudad Eterna decretada por hombres y a la que Dios ha puesto fin, sino miraros a cada uno de vosotros. Yo me jactaba de disponer de templo y descubrí.. que me parezco tanto a Jerusalén.

“Jerusalén, Jerusalén” Clamó Jesús, ¿por qué la personificaría? ¿por qué le habló a una ciudad de aquella manera? ¿sólo por melancolía? ¿sólo por tristeza?

que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados!”: No solo son matados los profetas bajo espada y no solo se lapida con piedras. ¡Cuántas puertas hemos tapiado con piedras para que entrara el Rey de Gloria! Como dice una canción de Comisión:

Todos los segundos que te he robado, Todas las palabras que me he callado
Todas las sonrisas que no te he dado, Todos esos besos que te he negado
Todas esas noches que me he marchado, Toda esa gracia que has derramado
Todos los colores que no he usado, Todas las canciones que no he cantado

“¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste.”

Nos asemejamos tanto a Jerusalén: Practicamos luchas sin sentido y hasta nos tiramos piedras en nuestro propio tejado. Somos, como Jerusalén, un pueblo dividido. La ciudad, llamada de Paz, continúa con absurdos altercados. Como cuando el ex-primer ministro israelí Sharon -actualmente en coma profundo- realizó un paseo por la explanada de las mezquitas, iniciándose la segunda intifada, o como también suele conocerse, la guerra de las piedras.

Nos asemejamos tanto a Jerusalén: Nuestro lugar de devoción no debe ser un muro de contención, el muro de la nostalgia, depositario de frustraciones, y construido por quien quiso suplantar al “Rey de los judíos”.

Nos asemejamos tanto a Jerusalén: Habiendo sido derrotados en infinidad de ocasiones y habiendo sido restaurados una vez más por la misericordia de Dios.

¿Nos parecemos a Jerusalén?: 34¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35Vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el tiempo en que digáis: “Bendito el que viene en nombre del Señor”

Cuando Jesús, en su entrada triunfal a Jerusalén, le aclamaban:

“¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor!”, fue reprendido por ello, por lo que respondió:

Os digo que si estos callaran las piedras clamarían.”

No se trata de aguardar la construcción del tercer templo, cuyas piedras, según se rumorea, ya han sido adquiridas.

Nuestro anhelo más profundo no debe ser el monte del templo, el monte Moriah, lugar de un disparatado sacrificio, el del gran patriarca hacia su hijo, y al fin desbaratado. Sino que nuestro anhelo más profundo debe ser acercarnos cada día al monte santo:

(He 12:22-23) Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a Dios, Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos.

May
10

Llueve con insistencia y todos parecen darse cuenta de lo necesaria que resulta este agua.

Mientras hablaba con alguien pensé que se trataba realmente de agua bendita. Como tenía que ser, tenía que ser agua del cielo, no la que tocamos, contaminamos y pasamos a los que nos suceden.

¿Qué tiene que pasar para que todos nos demos cuenta que hay un agua que si la tomáramos no volveríamos a pasar sed jamás?

Abr
03

“En lo que se refiere a los diablos, la raza humana puede caer en dos errores iguales y de signo opuesto. Uno consiste en no creer en su existencia. El otro, en creer en los diablos y sentir por ellos un interés excesivo y malsano. Los diablos se sienten igualmente halagados por ambos errores..”  C. S. Lewis

Su Bajeza y venerada Infamia:

Le debo informar que, desde que me dejó sin apoyos en la vigilancia y reconocimiento del sujeto en cuestión, no puedo destacar ninguna gran novedad, lo cual es una noticia que sé que le alegra, aunque de ningún modo comparable a un parte de deserción, lo cuál provocaría mi ascenso como me recordó, de lo cual ya quisiera, pues son ya milenios en la última graduación del escalafón, y ya estoy un poco harto de que me llamen “pobre diablo”.

Como me instó a expresarle mis dudas, le manifestaré que no sé muy bien como proceder. La verdad es que me debería alegrar al observar a quien debo oprimir tan impasible, pero me perturba y estoy alerta ante el primer signo de vida auténtica, con permiso de la expresión, que emerge en él.

Está tocado por ambos flancos y lo sabe. No obstante, intento que sienta que se mantiene a flote, pero intuyo peligro. Si Su Bajeza me diera algún consejo para no correr el riesgo –dada la situación, no el mío, pues como ya sabe no puedo ser degradado más- de que el sujeto se reconociera hundido y así el Enemigo lo restaurara, con el potencial peligro que conllevara para nuestros intereses.

He tratado de adormecerle. Es totalmente inofensivo cuando se encuentra anonadado y le he aplicado la dosis justa de frustración (aprendí la lección de no sobrepasarme) para que se entretenga con cualquier cosa y evite que se plantee nada que trascienda a lo que ve y escucha. Si su cabeza se resiste a permanecer inerte, le distraigo con cualquier distracción absurda que atraiga a su mente, y si se empeña en trascendencia, recurro al evento más trascendente del momento ¿cuándo es el próximo partido?

Así que estoy congratulado de saber que estoy haciendo un buen trabajo, pero me repugna leer en Sus instrucciones que no podemos considerarlo de lo nuestros, y más aún, se me antoja obsceno digerir que nunca lo será a menos que él mismo estire del cordón umbilical que le une al Enemigo, bien sea porque crea que no le necesita o porque se piense que no lo merece. Conozco que inducirle en esa dirección es mi funesta tarea, sería tan fácil romper por mi mismo ese vínculo que nos ha sido vetado!

Por el momento he de conformarme en tenerle inutilizado. Vuestra Bajeza me enseñó que es vital, como en cualquier guerra, interceptar todo posible abastecimiento. Para disuadirle de lo que llaman “comunión”, es reconfortante saber que dispongo de mil recursos, reconociendo la labor encomiable de Su Bajeza y otros de Su especie. Así  empiezo por tareas de “responsabilidad” y acabo por la hipnotizante “caja tonta” ó por la insaciable “caja lista” que utiliza para escribir estas líneas…

Pero conozco bien el arma más letal que me enseñó, siquiera para que figure en mi expediente, la cual llego a aplicar magistralmente si me permite decirlo. Y se trata de hacerle creer que está cada vez más lejos del alcance de aquello que llaman, con perdón, gracia. Ya sé que no me está permitido hablar de ello, pero lo encuentro demasiado cómico ¿Cómo si el Enemigo hubiera realizado su cometido por algo digno de valor?. Por supuesto, motivos me sobran para inducirle a ello. Y es entonces, confinado en mi territorio, cuando se vuelve del todo vulnerable. Se ha  convertido en una sombra, una caricatura de aquel guerrero que necesitó tantos refuerzos e incluso Su Bajeza al mando para que fuera combatido. Pero ahora, yo me valgo solo para que parezca un soldado desorientado en medio de esta guerra la cual ya casi ni percibe. No sé entonces porque Su Bajeza dijo que no hacían falta más huestes sobre este sujeto para economizar recursos si no es porque pensara que estoy haciendo un trabajo excelente, así que no puedo entender porque resulta tan complicado esperar que pueda enrolarlo en nuestras filas. Por lo que no era necesario que me hiciera pasar tanta vergüenza entre toda la tropa diciéndome que un burro advertiría antes el filo de una aguja, antes que yo dispusiera de mi merecido ascenso.

Con todo lo dicho no sé si le dejo intranquilo, o puede que ya lo estaba previamente, hasta yo puedo darme cuenta que si me pide informes debe haber alguna razón. Me veo en la obligación de recordarle que hasta la fecha he realizado el trabajo que me encomendó con gran eficacia y no he tenido recompensa alguna. Este no es un trabajo digno! Pero claro, no es suficiente con mantener apagado el fuego, si todavía hay llama. ¿Y qué puedo hacer más para que siga sin darse cuenta que necesita imperiosamente oxígeno para inflamar el fuego? ¿Qué puede hacer el último y más inepto de los demonios?.. Sabe, mejor que yo, que ni siquiera Su Bajeza puede impedir que el Espíritu avive esas llamas. Y por supuesto, conozco el riesgo, de un aliento renovado utilizando todo su pecado a modo de combustible…

Pero recuerde que un locuaz servidor ha sido capaz de mantenerlo ocupado en sus cosas, pero en estado aletargado, diría casi catatónico, en lo espiritual. Y todo ello lo hacía apenas sin esfuerzo, aunque esto no sé si debería decirlo. Y esto me recuerda a algo que tampoco debería haber hecho… Mientras redactaba el presente informe le he dejado solo frente al ordenador ¿se imagina que pasaría si se percatara de la gran necesidad que tiene de lo Alto?. Y peor aún: ¿qué comprendiera que en lo Alto están anhelando escucharle?…

Entonces ni cien como yo podrían evitar que volviera a ser alzado y ocupara su lugar en el ejército enemigo. Y si fuera honesto le pediría refuerzos, pero solo le diré una cosa:

Cuando destine todo un batallón de demonios aguerridos para hacerle frente, se acordará que en un tiempo, yo, un diablo insolente de tercera división, le sometía a mi antojo, y me mofaba jocosamente de él cuando daba bandazos y pretendía agredirme dando puñetazos al aire, como si se tratara de un boxeador loco… hasta que comprendió que las batallas se ganaban de rodillas.

P.D. Solicito, pues, el traslado.

Feb
15

Poca idea tengo acerca de la virtud estoica que se requiere en un anciano. Apenas sé de quejas y lamentos ajenos que se ciernen sobre cabezas visibles, depositarias de frustraciones y apatías (las cuáles ya habían sido engendradas) que no mire desde el otro lado. Desconozco sacrificio, abnegación y peso de la responsabilidad que ello conlleva que no sea el que yo mismo deposito, y aunque en mi arrogancia me pueda jactar que sea poco, entiendo que debe desplomar al más aguerrido cuando cada uno piensa que la suya es la más módica carga.